
Una cosa es intentar salir a la superficie lentamente, para ir asumiendo las realidades de la vida y así poder situarse en el mejor lugar posible, y otra es que te pongan obstáculos en ese ascenso virtual, para que no consigas respirar al ritmo adecuado.
Hay personas que intentan imponer su programa de despropósitos, desplegando su abanico de incongruencias, para que elijas la menos dañina, y así tenerte como rehén de su mentalidad para desahogarse contigo por su falta de delicadeza con la vida y sentimientos de los demás.
Todo ésto hace que te plantees valorar en su escala, a cada una de las personas que ha representado algo en tu vida y, casi siempre, salen mejor posicionadas las que se habían elegido en los primeros tiempos de nuestra andadura.
No sirve de nada el tratar de querer a quien está contigo, ni sirve de nada el intentar corregir los posibles desacuerdos diarios, si la otra parte piensa que su perfección es la más correcta. Es inútil el intentarlo, ya que se convierte en una causa perdida, y además en un ser inaccesible para ciertas connotaciones de su carácter. A veces, éstas personas pueden llegar a pensar, que quien quiere ayudarles ó informarles, son seres despreciables y a la vez terroristas emocionales
Se equivocan continuamente y puede que ésa forma de actuar se haya originado en la juventud, al no haber recibido un buen trato por parte de sus allegados, y se han creado un escudo protector para toda su vida. Gran error, ya que las personas no somos todas iguales.
Conciencia tranquila es el mejor traje de neopreno que podemos llevar, para llegar a la superficie y eso nos permite recibir una bocanada de aire puro salvador y reparador. No se puede olvidar lo vivido en las profundidades, ya que hemos aprendido cosas buenas para sacarlas al exterior. Las otras se quedan en el fondo para formar parte del placton marino.
Por eso: " Prefiero las vísperas de un fracaso, a las repeticiones del éxito ".
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